Llámame por tu nombre

A Elio, uno de los protagonistas de este libro, le encajaría perfectamente aquella definición que Lope de Vega hizo del amor: Desmayarse, atreverse, estar furioso/Áspero, tierno, liberal, esquivo/Alentado, mortal, difunto, vivo/Leal, traidor, cobarde y animoso [...]

Años 80. Italia. Elio, que es el narrador de la historia, tiene 17 años y pasa el verano en la casa familiar (una casa maravillosa llena de literatura, música, arte...). Cada período estival llega un residente para pasar 6 semanas trabajando con su padre, que es catedrático. El residente de ese verano, Oliver, despierta en él sensaciones y sentimientos que, como una red, le atrapan y a la vez le desconciertan. Ambos comenzarán a vivir algo que les marcará para siempre.

André Aciman concentra en esta novela ese amor apasionado que empapa e inunda, que te hace tocar el cielo y bajar al infierno. Destaca la intensidad, la manera de explicar lo que les está pasando, sobre todo a Elio: la narración desmenuza cada sentimiento suyo, sus dudas y certezas, haciendo partícipe al lector de todo cuanto sucede en su interior. También es un libro cargado de erotismo, de piel, de olores. Una historia que no solo llega por la vista, también por el resto de sentidos.

Me sumergí en el tornado de esta historia y me arrastró hasta el final sin casi darme cuenta. Fui incapaz de protegerme de esa fuerza, pero es que tampoco quise hacerlo: quería ser testigo mudo, durante las casi 300 páginas, de lo que pasara entre Oliver y Elio, fuese bueno o malo. Ha sido una lectura maravillosa.

Ay, el amor...Esa fuerza que, posiblemente, es la más potente que existe. Nos mueve, nos arrastra; nos golpea como la cabezada de un mulo, que diría Lorca. Porque el amor llega sin esperarlo, y nos cambia la vida. No terminaré la reseña sin poner los últimos versos del poema de Lope: [...]Creer que un cielo en un infierno cabe/Dar la vida y el alma a un desengaño/Esto es amor, quien lo probó lo sabe.
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