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Que he llegado al libro después de todo el hype es cierto pero también puedo decir que en cuanto lo empecé sabía que me iba a dar igual, que aunque no he pisado en mi vida tierra canaria me iba a costar salir de estas páginas cuando terminara. Me ha encantado respirar su aire mientras me empapaba de este dialecto tan fresco y sin maquillaje. Es quizá reflejo de las circunstancias vitales: que vivimos en la periferia de un espacio ya de por sí aislado como es una isla, pues entonces me ciño a mis deseos, mi lenguaje y mi energía, hay normas que no me sirven, no me representan. Dos niñas encaran un verano de su preadolescencia en su pequeño pueblo, apenas unas casas, marcado por la intimidad de su relación y los difusos límites que a veces tienen estas amistades. Son niñas, pero también son mujeres, y tratan de vivir y adaptarse a todo lo que ello implica en un lugar como el que les rodea. En las pocas semanas que las acompañamos habrá tiempo para risas y enfados, travesuras y tristeza, todo teñido de cierto desencanto que asoma detrás de su inocencia. Me ha fascinado el retrato de esta realidad, tan cercana pero tan lejana, y la frescura con la que está escrito. En mi opinión su originalidad logra dejar atrás el hype. Es un libro que debe continuar siendo recomendado y leído. |
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