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Crítica de Homolectus


Homolectus
07 November 2022
Ubik propone un futuro —ya lejano para nosotros pues sucede en 1992— en el que los poderes psíquicos son usados para el espionaje corporativo y existe una tecnología que permite la existencia de las personas en una especie de limbo entre la vida y la muerte llamada semivida. Acá nos encontramos con Joe Chip, un analista de Runciter Associates, una agencia de precognición encargada de hacer contrainteligencia.

Joe debe ir junto con su jefe y un grupo de los mejores profesionales de la compañía a intentar resolver un caso en la Luna, pero todo toma un giro extraño y regreso de la tripulación a la Tierra supone una constante prueba por saber si están vivos, si no lo están o si se acercan a estarlo. Pistas para inclinarse sobre una u otra opción hay suficientes, pero cada vez son más confusas y fáciles de perder el rastro, e incluso de dudar sobre la misma veracidad de ellas.

En medio de todo esto aparece el omnipresente Ubik un producto que promete sacarlos de todos los apuros imaginables, que viene en todas las presentaciones imaginables según la época en la que estemos y cuya composición varía en función de los químicos disponibles en cada época. Un verdadero antídoto a la inverosimilitud.

Esta es una novela difícil de encasillar en un solo género. En un primer momento parece ir por un thriller policiaco, pero pronto descubrimos que exhibe ciertos rasgos fantásticos que se van asentando conforme el giro en la trama aparece en escena y quedan sobre la mesa los temas sobre los que versará el resto de la historia. Junto a esto, está presente el hecho de que me resulta completamente innovador la mezcla que propone Dick de psique y tecnología sobre la vida dentro de una novela.

Por sí solos la psique y la vida más allá de la muerte —incluso me atrevería a decir que el decir que estamos o no vivos— son temas bastante peliagudos que acá conviven en una sociedad que vive en medio de un capitalismo desbordado en donde el diario vivir te lo cobran de la forma más explícita que se puedan imaginar, que llega a ser invasivo e incluso incapacitante en algunos casos. Esta mezcla explosiva logra mantenerse equilibrada con un un humor muy fino, lejos de los chistes baratos y que de forma irónica logra ser disruptor en los momentos en los que aparece. Siempre es el elemento que viene a bajar la tensión creada por la aparición de alguno de los otros elementos mencionados.

Ubik con su nombre tan sonante, poco diciente, pero llamativo, sencillo e intrigante, es una novela que con toma los elementos justos del género y construye una historia sobre realidad, filosofía, subjetividad de la percepción, materialismo, capitalismo radical y vida más allá de la muerte. Temas que de forma separada dan cabida a una historia completa, han sido objetivo de muchas disertaciones a lo largo de la historia, pero que acá confluyen de una forma interesante y se amalgaman de forma espectacular.

Como si esto no fuera suficiente, Ubik plantea la existencia del tiempo como estado de la mente, es decir, como algo netamente subjetivo, no como una autopista sobre la que todos los individuos vamos en “igualdad de condiciones”, sino como una parte de la interpretación que cada individuo le da a su existencia. Pensar detalladamente en estas cosas da un poco de terror, sobre todo si es la primera vez —como yo— en la que se detienen a pensar en el tiempo como algo individual.

Para algunos, el omnipresente Ubik que toma todas las formas imaginables y acorde de la época en la que se encuentre, es una metáfora de dios. Si así lo fuera, es la metáfora más extraña y capitalista con la que me haya encontrado. Aunque no sería extraño verlo como un spray que “puede solucionar” todo tipo de dolencias conocidas o por conocer.

Leyendo Ubik fue inevitable que dos producciones audiovisuales vinieran a mi cabeza porque parecen estar parcialmente inspiradas en la novela. Por un lado, Lost con su trama de una vida en el limbo y la aparición de elementos que no son propios de un contexto en particular, vino a mi cabeza cuando los personajes comienzan a experimentar episodios que les incomodan y ponen a prueba su concepción de la realidad. Por otro lado están los capítulos 17 y 18 de la primera temporada de Justice League (2001) que curiosamente tienen un desenlace muy similar al de la novela de Dick y que no pienso revelar por motivos muy obvios.

Para los que no lo saben, Philip K. Dick vivió a lo largo de su vida una serie de episodios psicóticos que incluso lo hicieron sospechar de sufrir esquizofrenia —aunque nunca fue diagnosticado—. de las novelas que he leído de Dick Ubik es en la que más exhibe estos rasgos de su personalidad. Lo hace sin mucho miramiento y de una forma que llega a ser simplemente inquietante y que hacen temblar todo lo que creías haber captado de la historia.

Lo que más me impacta de Ubik es el final. de pronto descubrimos que los personajes que hemos estado siguiendo hacen parte de algo más grande, que lo que decían hacer a voluntad es en realidad una reacción esperada por alguien más grande que ellos. Es un final bastante Lovecraftiano en donde en el medio de la simple existencia humana hay fuerzas más grandes que son los verdaderos dueños del mundo e incluso, de la realidad.

Hay quienes dicen que a Dick no hay que entenderlo, sino disfrutarlo. Seguro lo dicen con Ubik en la cabeza. Aquella novela situada en el lejano 1992 —tanto para sus primeros lectores como para nosotros, lectores actuales—. Todo esto asumiendo que nuestra existencia sea propia y no estemos viviendo un estado de semivida en el cual solo somos un eco de lo que alguna vez fuimos.
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