Y dije muchas cosas, hablé hasta que noté que el dolor lentamente comenzó a hacerse pequeño y el peso liviano. Hablé hasta que respirar se volvió ligero.
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Y dije muchas cosas, hablé hasta que noté que el dolor lentamente comenzó a hacerse pequeño y el peso liviano. Hablé hasta que respirar se volvió ligero.
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La belleza es así. Es un instante perfecto que te acompaña para siempre. Es muy complicado lograr esos instantes perfectos, por eso se vuelven tesoros en la memoria.
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(...) le di la mano y apreté la suya con fuerza, sabía que no podía sentirme, pero yo sí necesitaba su tacto, una vez más.
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—Nunca te olvidé, Chino. Siempre esperé volver a verte. —Y nos vimos, tú me trajiste al mundo, fuiste mi papá (...) |
Al principio podía jurar que en esas fatídicas doce semanas mi vida había terminado, que perdí todo lo que me importaba, pero entonces, al final de ese día, me di cuenta de que tal vez era lo contrario: tenía quince años y todo estaba por comenzar.
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Y dije muchas cosas, hablé hasta que noté que el dolor lentamente comenzó a hacerse pequeño y el peso liviano. Hablé hasta que respirar se volvió ligero. Y mamá escuchó y estuvo conmigo todo ese tiempo. |
(...) lo dije de sopetón (...) y seguí, como quien se arroja al vacío esperando encontrar un lago, el mar, algo, al otro lado.
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Al final me dio un rápido abrazo, luego sonrió y, arisca como siempre, se dio la vuelta para sumergirse en el viejo libro que llevaba.
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Este libro duele, lo sé, a mí me escuecen párrafos, me punzan palabras y hay páginas que no me hubiera gustado volver a repasar, pero hay que hacerlo, para que todas las piezas estén en su sitio, incluso las más terribles. Recomiendo a los lectores que tomen un descanso y den un paseo. Cuando todo esté mejor, nos vemos aquí, los espero.
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(...) entonces reconocí a ese niño delgado y rapado, al Pelón, estaba agradecido porque al final sí lo acompañaría a su última aventura, a su gran escape, al final.
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Manolito ...