De repente, no importaba que todos estuvieran convencidos de que yo ignoraba quien era, por que con él, con Carson, sabía quién quería ser, y eso era lo único importante.
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De repente, no importaba que todos estuvieran convencidos de que yo ignoraba quien era, por que con él, con Carson, sabía quién quería ser, y eso era lo único importante.
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Era el momento. Me iba a besar. Por fin. Una espera de dulce expectación se transmitió a todas las células de mi cuerpo, porque sabía que, aunque no recordase ninguno de mis besos del pasado, aquel los eclipsaría por completo.
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Nos quedamos en silencio. Tampoco esta vez fue un silencio provocado por la lástima o el malestar, sino el de dos personas capaces de estar sentadas -o tumbadas- una al lado de la otra de manera apacible. Fue perfecto.
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- ¿Te quedas? Arqueó una ceja. - No me voy a mover. Mi cerebro no fue capaz de entender que mi corazón y mi cuerpo se alegraran tanto de oír esas palabras. |
—¿Es mi novio?— susurré con una mezcla de esperanza y miedo. —¿Novio? Sí, claro —dijo despacio y con voz grave—. Ni aunque me pagaras la matrícula en Penn State. Me encogí, herida y avergonzada, [...]. ¿Ah, no? Pues qué mal gusto... Estaba como para tener un hijo suyo. Fruncí el ceño. ¿Qué sabía yo de tener hijos |
Manolito ...