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Esta lectura ha sido un verdadero desafío, repleta de situaciones absurdas, como el momento en el que Romeo rompe el himen de Dallas con la lengua, cuando ella planea guardar el semen de la boca para inseminarse o cuando hay penetración con la ropa puesta. Totalmente ridículo!! Además, la protagonista me resultó insoportable: glotona, perezosa, inmadura, irritante y un sinfín de adjetivos más. Me frustraba constantemente cuando desafiaba a su esposo de manera tan infantil. A pesar de que él no era perfecto, lo noté frío y reservado, me cayó mejor que ella, sobre todo al hacer cola para comprar el libro favorito de Dallas o al mostrar preocupación cuando ella enfermó. Los personajes que más me agradaron fueron Hettie, Vernon y los amigos de Romeo. De hecho, lograron sacarme unas risas con algunas de sus conversaciones. El resto de personajes me desagradaron: Madison, el padre de Dallas, los padres de Romeo, Bruce... todos son anticuados y autoritarios, cortados por el mismo patrón. Además, la explicación al trauma de Romeo se me hizo poco creíble. ¿Luchar a los cinco años para ganarse la comida? Alrededor del setenta por ciento, la lectura experimentó una ligera mejora,a pesar de ello, no fue significativa, y no logró captar completamente mi atención.Aunque en ciertos momentos percibí que la trama daba grandes saltos, como después de que Dallas deja atado a Romeo en la cama, y pasa directamente a la boda sin mostrar qué consecuencias tuvo esa travesura. Sin embargo, uno de los momentos que realmente me impactó fue cuando Romeo fue envenenado y, al confesar su amor, logró hacerla llorar por primera vez. + Leer más |
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Críticas recientes
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Esta obra, secuela directa del título "A ciegas" del mismo autor, deja con un buen sabor de boca a manos de una más madura Malorie, 17 años después, junto a sus dos hijos Tom y Olimpia, viviendo juntos en un mundo nuevo devastado por las criaturas que acechan en el exterior, negando uno de nuestros sentidos más importantes: la visión. La trama se sitúa en una búsqueda de la esperanza, y para ello esta obra carga al lector de espeluznantes giros argumentales, con escabrosas escenas que a más de alguno dejará con los pelos de punta. La paranoia, las inseguridades, y la desesperante carga de vivir con los ojos vendados suponen un pensamiento más que crítico para la comprensión de lo que se podría definir como los estados de locura. Este libro nos habla de eso, de como una de nuestras habilidades más humanas se esfuma para dejar paso a sus consecuencias: aislamiento, desconfianza e instintos primarios de supervivencia. Recomendada la lectura una vez terminada la obra predecesora. + Leer más |
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Meg quiere averiguar lo que le pasó a su hermana Haley, aunque tenga que ingresar en rehabilitación en el mismo centro. Una rehabilitación qué necesita pero qué no quiere, incluso aunque se reabran antiguos traumas del pasado. "¿Qué te trajo a rehabilitación en este momento de tu vida? No estaba preparado para este tipo de pregunta directa. Me entrá un poco de paranoia. “La razón por la que pregunto”, dice Max, “es que, según mi propia experiencia, los adictos siempre han tenido un trauma. Por lo general, un trauma infantil que reaparece de alguna manera significativa justo antes de que lleguen a mí”." |