La ciudad de las pasiones terribles de judith walkovitz
Los restos "destrozados" de las víctimas del Destripador provocaron una serie de miedos psicosexuales y políticos que resonaron, de diversas formas, a través de todo el espectro social. Los fragmentos corporales daban fe del carácter monstruoso del crimen, el criminal y el entorno social. Esa mutilaciones, cometidas en cuerpos de prostitutas implicaban unas asociaciones especialmente trangresoras. No eran los cuerpos femeninos dignos y elegantes de las estatuas cívilas que adornaban las plazas públicas del West End, que encarnaban las virtudes abstractas de raza y nación.
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