Yesenia y Eli González y Miramontes
Esquizofrenia.
Se me ocurre que tu piel está en contacto con la mía, y te inmovilizo en mi memoria, si fuera así de fácil aproximarme a ti, a tu boca, a tu cuello, avanzar a lo dulce salado de tu cuerpo, seria todo diferente; este cosquilleo que empieza en mis dedos y termina en mis piernas, mm! Delicioso pensamiento, tu voluntad en mis manos, la desnudez de tu cuerpo y esa delicia de orgasmos deliberados. Palabras más, palabras menos, adquiriendo movimiento color. Tus besos que aumentan mi ritmo cardiaco, acelerando todo, imaginando caricias no permitidas, una pasión secreta para mí, para muchos, un mundo furtivo en tinieblas brillando. Yo, tu recluso en esta cárcel de falso ropaje de tiempo y olvido, con un presente confuso, ¿Por qué te necesito?, nadie puede reprocharme, si solo mis garfios y yo sabemos de ti, tus manos como serpientes enredadas a mi piel, dibujan tu figura en mi desnudo cuerpo, este empeño se sentirte y acariciarte a cada rato me hace vivir convulso, lucho por arrancar esas imágenes de amor despiadado, ceñido a tus caricias, a esa concupiscencia de sentirte y complacerte poco, a poco; es entonces donde apareces entre la bruma oscura tu amor. Te amo la primera, te amo la segunda, te amo la tercera de las veces y decido no callar, ilusión, aferramiento, que se yo, este deseo oscuro, sordo, dándome vida. En un sillón frente a la pared, molesto, irritante, llevando mis manos a la cabeza una y otra vez, mil imágenes protagonizando una pesadilla, un día, otro más, hasta acumular setecientos treinta, la tranquilidad interrumpiendo, cuestionándome. ¿Por qué tú?, la que me hace pasar desapercibido, la que nunca gira su cabeza ni para mirarme, yo, piel contra piel, si fuera así de fácil, imagino que mis manos avanzan por tus pechos suavemente, y que más allá de todas mis limitaciones, todo al mismo tiempo, tu boca, la mía, nuestros labios acortando la respiración, la pasión consumiendo mis deseos, mejor dicho nuestros deseos, esta obsesión desaparecería al instante y lo único que puedo hacer es respirar hondo, voy perdiendo mi halito, ese frio en mi cama, en mi habitación quemando, ¿Por qué me faltas?. ¡Explicar, no puedo! Ahí suspendido, con los ojos abiertos en un vago fantaseo, contemplo segundo a segundo lo vivido en mi tiempo, en el nuestro, en ese quien sabe, con una pausada respiración estas tocándome, escucho tu gemir que deforman mis palabras. Mis piernas perfilan tu carne en un delicioso cansancio, dejo escapar miedo, en el manto del cielo que a medias te cubría; mis manos con libertad se deslizan, acortan tu respiración acortas la mía. Quizá un golpe de suerte abrió la puerta y te dejo a mi lado, ni siquiera sentido tiene cuestionarme si fue verdad o mentira, si tu galopas en el instante mismo en que te grito, es por eso que te toco, no porque dude que estés aquí, si nunca te fuiste. Los dos conocemos demasiado este juego para creer en él, preciso seria que me abandonaras así. Mi boca no suelta palabras, de nada te sirve dejar mi vencido cuerpo. Lucho por hacerte real, somos el perfecto punto de lo blanco y negro, que es el gris entre mis sábanas, chispas ráfagas instantáneas donde tu desnudez brilla. Loca manía de explosiones e impulsos seguirán corriendo a tu encuentro. Con un inverosímil desistir. Entonces me uno a ti, hacia adelante, hacia atrás, a un lado, a otro o giro alrededor de ti. Abro una puerta, otra más, a la oportunidad de tenerte, separarme de ti no me lo pidas, porque no puedo. Sin hacerte daño doblo mis miedos, los pongo en mi puño y los lanzo al viento; en el placer de mis sueños fluye tu ritmo lento como agua en sabana ardiente, tu desnudez e difumina en la fantasía.
De Entre lo abstracto.
+ Leer más