Decir adiós no es olvidarte, la primera novela del joven escritor Yago Gómez Duro, fue lanzada al mercado el pasado mes de octubre por Ediciones B. Cuando la tuve en mis manos empecé a leerla para hacerme una idea de qué iba y, sin apenas darme cuenta, la terminé; así que os puedo asegurar que se lee en una tarde.
Me ha sorprendido gratamente que el escritor tuviera la valentía para abordar un tema tan complejo como el que desarrolla en Decir adiós no es olvidarte —perdonad que sea tan críptica, pues no quiero hacer spoiler— a partir de la relación de dos hombres maduros, Alejandro y David, separados desde hace diez años no por mutuo acuerdo, sino por decisión del primero. Tras este periodo, Alejandro contacta por correo electrónico con David decidido a cumplir cierta promesa y dispuesto a cerrar un capítulo doloroso de su vida que aún sigue lastrando. No obstante, ignora que David está intentando rehacer su vida con otra persona y que todavía no le ha perdonado el daño que le hizo.
La novela está estructurada en capítulos cortos que hacen amena la lectura, a pesar del drama que encierra sus páginas. Además, está narrada a dos tiempos; el pasado, que revela la historia de la pareja a través de los recuerdos sobre cómo se conocieron, el feliz noviazgo y los primeros años de matrimonio antes de caer en la rutina, el desengaño y los incómodos silencios. Y el presente, que nos proporciona información sobre la vida que tiene, en la actualidad, cada protagonista, su trabajo y sus relaciones personales.
Los personajes de Alejandro y David están bien construidos, aspecto que se ve favorecido por la alternancia entre capítulos con los puntos de vista de uno y otro, aunque reconozco que no empaticé con ninguno de ellos. Los demás personajes están más difuminados.
Yago Gómez Duro logra con un lenguaje sencillo, cercano y muy emotivo describir la panoplia de emociones y sentimientos que golpean a los dos protagonistas de esta historia como la pasión, la decepción, el desamor, el odio, la rabia, la culpa o el dolor, por ejemplo.
Sin embargo, para ser sincera, hay aspectos de la novela que no me han convencido y que justifican esta valoración. Uno, que el intercambio de correos electrónicos no fluye de manera natural. Sobre todo, al principio, no me pareció muy creíble que una pareja, después de diez años separada, intercambie unos correos en los que apenas se dice nada, aunque sirva al autor de excusa para viajar al pasado de los protagonistas y para mantener oculta la tragedia que motivó dicha separación —tragedia que, por otro lado, se adivina—. Asimismo, me parecieron forzados algunos recuerdos que evocan referencias a obras y temas musicales que quizá sean importantes para el autor o para el personaje de David, pero que aquí, en ocasiones, suponen una distorsión en la expresión de las emociones de los protagonistas. Y, por último, como adiviné lo que originó la separación, el golpe de efecto final no me pareció tal y sí algo deslucido, si bien esto es más una maldición mía que un problema de la novela.
Con sus fortalezas y debilidades, Decir adiós no es olvidarte es una historia dura y emotiva de un escritor novel del que espero leer más en el futuro.
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