Echando un vistazo al argumento, se deduce que estamos ante un relato, como poco, altamente sensible por el tema que aborda, la enfermedad del cáncer y, especialmente, sobre quién se aborda, una adolescente. Desde ese punto de vista, no defrauda. Transmite empatía, emociones, ríes, lloras, etc., independientemente del personaje en el que nos adentremos, ya sea el de la protagonista, o el de su madre, su abuela, su hermana o su amiga. . Nuestra heroína es descarada y valiente con la fuerza que le da el no importarle el qué dirán porque pocas cosas ya importan en la, posiblemente, corta vida que puede quedarle; es incisiva en su modo de ver la vida; con gran coraje, sensible, especialmente madura en lo que atañe a la aceptación de su enfermedad, mostrando una serenidad difícil de aceptar; con esperanza, que hasta a escondidas solicita plaza en la universidad y no deja de comportarse como una chiquilla de 16 años, aunque en su fuero interno sepa que su realidad no es tal. Y lo logró…, logró ser una hija, una hermana, una novia, una amiga, en definitiva, una adolescente normal y conseguir que su enfermedad no lo fuera todo. La empatía del lector con cada uno de los personajes en la búsqueda del milagro que la devolviese a lo que la tocaba por edad vivir es total, y lo que hacían para entenderla, para hacerle creer en lo bueno del universo a pesar de que ese universo no estaba siendo demasiado benévola con ella. . Catalogada dentro del género de literatura juvenil, sin embargo, una historia entrañable y extra sensible apta para jóvenes y adultos acerca de una adolescente en medio de una situación “naturalmente injusta” por la que ningún joven debería pasar. Afortunadamente, la vida normal también buscará un hueco para adentrarse y quedarse en medio de su realidad. . “Solo necesitas tener algo que esperar, algo que te haga ilusión. Tienes que aguantar porque no te lo querrás perder”. + Leer más |