Hojas de hierba de Walt Whitman
[...] y aquella noche, reinando el silencio, yo oía el rumor de las aguas, lento, incesante, en la costa, y el susurro sibilante del líquido y la arena, como si se dirigiera a mí para felicitarme, porque aquel a quien más amaba dormía a mi lado, bajo la misma colcha, en la noche fría, a la quieta luz de la luna otoñal, con el rostro inclinado hacia mí y el brazo descansando en mi pecho; y aquella noche fui feliz. |