Silvia Ocampo
"No supuse que celda y selva se parecieran tanto, que sociedad y soledad tuvieran tantos puntos de contacto." ( Cuentos difíciles. Pág.42).
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Silvia Ocampo
"No supuse que celda y selva se parecieran tanto, que sociedad y soledad tuvieran tantos puntos de contacto." ( Cuentos difíciles. Pág.42).
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Silvia Ocampo
🏷Entonces no supo para qué servía resucitar, ya que se parecía tanto a seguir viviendo, y para sacar alguna conclusión le vino a la memoria un párrafo de Platón: ' En verdad el mundo que nos rodea no cesa de destruirnos y dividirnos y de expulsar las parcelas que se desprenden de nosotros hacia las masas de la misma especie'." (Cuentos difíciles. Págs.73-74).
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Silvia Ocampo
"Llegó la noche y el silencio resplandeció. Hasta ese momento se había hablado de muertes por asfixia, de muertes por sumersión, por sumisión, por subversión, por aversión, de muertes naturales, por suicidio, paros cardíacos, como durante las comidas se habla de diferentes platos que despiertan nostalgias entre los comensales." (Cuentos difíciles. Pág.70).
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Silvia Ocampo
"Su amor por los muebles parecía sincero. Acariciaba maderas como si fuesen perros, espejos como arpas brocados como cabelleras (con dedos transformados en hábiles dientes de peine), bronces como monedas de oro, caireles como frutas que cuelgan de un árbol." (Cuentos difíciles. Pág.60).
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Autobiografía de Irene de Silvia Ocampo
—No tengo recuerdos. Los ángeles me traerán todos mis recuerdos el día de mi muerte. Los querubines me traerán las formas de los rostros. Me traerán todos los peinados y las cintas, todas las posturas de los brazos, las formas de las manos del pasado. Los serafines me traerán el sabor, la sonoridad y la fragancia, las flores regaladas, los paisajes. Los arcángeles me traerán los diálogos y las despedidas, la luz, el silencio conciliador.
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Silvia Ocampo
Al rencor No vengas, te conjuro, con tus piedras; con tu vetusto horror con tu consejo; con tu escudo brillante con tu espejo; con tu verdor insólito de hiedras. En aquel árbol la torcaza es mía; no cubras con tus gritos su canción; me conmueve, me llega al corazón, repudia el mármol de tu mano fría. Te reconozco siempre. No, no vengas. Prometí no mirar tu aviesa cara cada vez que lloré sola en tu avara desolación. Y si de mí te vengas, que épica sea al menos tu venganza y no cobarde, oscura, impenitente, agazapada en cada sombra ausente, fingiendo que jamás hiere tu lanza. Entre rosas, jazmines que envenenas, ¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida? Haz brotar sangre al menos de mi herida, que estoy cansada de morir apenas. |
Autobiografía de Irene de Silvia Ocampo
No podemos conservar intacto ni el recuerdo de un momento porque el recuerdo va siendo recuerdo del recuerdo: de un recuerdo apasionado o indiferente que siempre es inexacto
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Autobiografía de Irene de Silvia Ocampo
Tendría que soltarla. No es una flor, no puedo colocarla en un florero, no puedo darle agua, no puedo conservarla entre las hojas de un libro, como un pensamiento.
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¿En que año nació Marcel Proust?