Silvia Ocampo
"Su amor por los muebles parecía sincero. Acariciaba maderas como si fuesen perros, espejos como arpas brocados como cabelleras (con dedos transformados en hábiles dientes de peine), bronces como monedas de oro, caireles como frutas que cuelgan de un árbol." (Cuentos difíciles. Pág.60).
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