Cariño, cuánto te odio de Sally Thorne
Tengo una teoría. Odiar a una persona se parece de forma inquietante a estar enamorado de ella. He tenido mucho tiempo para comparar el amor y el odio, y estás son las observaciones que he ido haciendo. El amor y el odio son viscerales. Ya solo de pensar en esa persona se te retuerce el estómago. El corazón te palpita con fuerza en el pecho: casi se te ve a través de la carne y la ropa. Pierdes el apetito y el sueño. Cada contacto con esa persona te llena la sangre de un tipo peligroso de adrenalina y te coloca al borde de una reacción radical: luchar o huir. Apenas conservas el dominio sobre tu cuerpo. Te consume. Tienes miedo. El amor y el odio son versiones espectaculares del mismo juego; y tú has de ganar a toda costa. ¿Por qué? Por tu corazón y por tu ego. |