Juicio a Satán de Ray Russell
Por primera vez en su vida, Gregory se vio obligado a pensar seriamente en el adversario de Dios, a concentrar en él todas sus energías mentales, todas sus convicciones y toda su fe. Nunca había dudado de la existencia de Dios, nunca había dudado tampoco de la existencia de Satanás... Pero ¿había creído en él —se preguntó horrorizado en ese momento— de verdad alguna vez? Sintió un escalofrío. Poner en cuestión la existencia del Maligno era una herejía, una falta mucho más grave que tomar una copita de brandy de vez en cuando. De la existencia de Dios se deducía lógicamente la existencia de su Adversario. Gregory creía en Dios no solo de una manera racional, sino también emocional y puede que hasta instintiva; sin embargo, en el Diablo solo creía circunstancialmente. Solo aceptaba su existencia porque nunca se había puesto a prueba su creencia en él, porque dudar de ella era una herejía.
|