Elogio de lo cotidiano de Tzvetan Todorov
Ni siquiera Vermeer, que absorberá rápidamente todos los descubrimientos pictóricos de De Hooch, seguirá sus pasos en este camino. El callejón, su cuadro más próximo a este espíritu, es un paisaje urbano, no un interior en el exterior. Pero el marco arquitectónico, que parece siempre en perfecta armonía con la acción que se lleva a cabo, resulta aquí más difícil de interpretar: en un cuadro en muchos aspectos parecido a éste (Interior de un patio de Delft, De Hooch) vemos, en lugar de personas bebiendo, una madre con su hija, perfecta encarnación de la solicitud materna y del amor a los niños, es decir, de la virtud doméstica. Estos interiores de los patios de Delft acogen pues indistintamente la virtud y el vicio, ambos bañados en la misma luz apacible. |