Fluyan mis lágrimas, dijo el policía de Philip K. Dick
—¿Qué infiernos de otra elección existe? Uno llora, y sigue llorando, porque nunca acaba de regresar del todo de allá adonde fue con él… Allí queda atrapado aún un fragmento arrancado de tu palpitante y latiente corazón. Una desconchadura. Un corte que jamás cicatriza. Y si, a medida que te va pasando una y otra vez durante tu vida, uno pierde por fin demasiada parte de su corazón, entonces ya no puede seguir sintiendo pena. Y entonces uno mismo está ya dispuesto a morir. Caminará la escalera inclinada y algún otro se quedará penando por ti.
|