Thornhill: Orfanato para chicas de Pam Smy
Ha vuelto. No me hace falta verla para saberlo. El eco de sus carcajadas me llega por el hueco de la escalera, y oigo sus golpes en las puertas del pasillo mientras lo recorre de camino a su antigua habitación. Es oírlos y quedarme paralizada. Del miedo me entran escalofríos.
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