Mi esposa y yo compramos un rancho de Matt Query
La cola de mi perro se movía de un lado a otro y se arqueaba hacia arriba, a manera de saludo, lo que solo hacía cuando estaba feliz. Miré detrás de Dash, hacia donde estaba el oso, y me di cuenta de que la bestia no me miraba a mí, sino a mi perro. Entonces, juro por mi vida que asintió al mirar a Dash; ¡le devolvió el saludo, maldita sea!
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