Marta Cruces Díaz

Claire volvió a guardar silencio: en las palabras de Dorian había más sentimientos de los que quería dejar traslucir.
—Tengo tanta rabia, tanto dolor, que nunca he pensado en salir con otra persona. Yo no pasé página. Pasaron página por mí, y no
me dejaron ver cómo terminaba el capítulo. ¿Entiendes?
—Creo que sí. Tienes heridas que aún duelen.
—Y no me siento preparado para empezar algo nuevo.
—Empezado ya está, Dorian —le corrigió ella.

Miró la imagen de nuevo y sintió la necesidad de proteger a Dorian, de hacer que su vida fuera lo que alguien como él merecía de verdad. Se miró al espejo y asintió a su reflejo. Iba a ser su apoyo, su protectora, sus alas para aprender a volar.

Nunca había pensado que podía doler algo que apenas había comenzado. Pero dolía verle así, dolía saber que nada de lo que dijera iba a cambiar lo que pensaba y dolía no ser capaz de detener su llanto.

Ahora mismo es como si estuviera programado en bucle solo para pensar en ti. Lo relaciono todo contigo, y no puedo negar que has hecho que me temblaran las piernas con un simple beso.

—Porque tengo miedo. No sé qué es lo que estoy sintiendo, y me pone nervioso no saberlo. No quiero enfrentarme a lo que puede significar.