Le dedico mi silencio de Mario Vargas Llosa
Mientras el chiclayano tocaba aquellas cuerdas,sacando a cada una de ellas sonidos insólitos, desconcertantes, profundos, medio enloquecidos, Toño palpaba el silencio. Todos los concurrentes, hombres, mujeres, ancianos, habían olvidado las risas y las carcajadas, los diálogos, chistes y piropos, y se habían callado y escuchaban absortos, en estado hipnótico, las cuerdas que vibraban en medio de ese mutismo formidable que dominava la noche. |