Momoko y la gata de Mariko Koike
Yo llevaba un demonio en mi interior, como le ocurre a mucha gente. Era una mujer que podía fingir que no había visto lo que había visto.
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Momoko y la gata de Mariko Koike
Yo llevaba un demonio en mi interior, como le ocurre a mucha gente. Era una mujer que podía fingir que no había visto lo que había visto.
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Momoko y la gata de Mariko Koike
No es fácil explicar por qué una chica de tan solo veinte años sentía tantas ganas de compartir su cariño con una niña. Cierto es que suspiraba por Gorō Kawakubo y estaba empezando a enamorarme de él. Pero no era mi intención ganarme a Momoko para buscarme el afecto de su padre. Ni a alguien como yo se le ocurriría pensar que, haciéndolo, conseguiría que Gorō se fijara en mí. Yo quería a Momoko, sin más. Adoraba a esa niña solitaria que jugaba con Lala en los trigales.
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Momoko y la gata de Mariko Koike
Ella solo jugaba con su gata. Cerca de Lala siempre se encontraba necesariamente Momoko y donde estaba Momoko siempre se veía el cuerpo suave y blanco de Lala.
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Momoko y la gata de Mariko Koike
Donde estaba Momoko siempre se veía el cuerpo suave y blanco de Lala. Sí: parecían una solitaria pareja de pajarillos. Eran como dos tristes vidas que se hubieran quedado a solas en la Tierra tras sobrevivir a la destrucción del planeta y a la extinción de la humanidad.
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Momoko y la gata de Mariko Koike
"Yo llevaba un demonio en mi interior, como le ocurre a mucha gente. Era una mujer que podía fingir que no había visto lo que había visto."
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?