Una cura para el alma de Mariam Orazal
No sabía si lograría perdonarse a sí mismo, o si ella lo perdonaría alguna vez por lo que le acababa de hacer, pero seducir a Paige había sido una pulsión imperiosa, un pecado irrefrenable. Jamás había necesitado a ninguna mujer como la necesitaba a ella. Nunca se había sentido tan desvalido como esa noche.
|