El nervio óptico de María Gainza
Para los griegos el thymos era el alma, el deseo, la vida, posiblemente por su ubicación en el centro del pecho. Yo tenía una enfermedad del alma, vaya noticia. Hasta entonces había vivido como un animal acosado, esperando el golpe que no sabía de dónde podía llegar. [...] Hay algo en la enfermedad que te afila, te quita la ansiedad; si uno logra evadir la autoconmiseración, por supuesto.
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