La memoria de Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008), uno de los poetas más destacados de la generación del 50, entró en la Caja de las Letras con un legado formado por numerosos libros, un autorretrato, cartas, fotografías y otros objetos que resumen su vida y su obra creativa.
El nutrido legado del poeta fue cedido a perpetuidad por la familia Gil Bürman, con la que Ángel González mantuvo una estrecha amistad, representada por su ahijada María, filóloga, y la hermana de esta, Cristina. Junto a Luis García Montero, director del Cervantes, depositaron también el legado «in memoriam» en la caja número 1654 el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde, y el editor Chus Visor.
Forman el legado un autorretrato del poeta (le gustaba mucho pintar), una fotografía de su madre, María Muñiz, varias instantáneas más que reflejan su personalidad y su sentido del humor, postales diversas que enviaba a los Gil Bürman, una carta que dirigió a su ahijada María y una revista con la entrevista que esta le hizo en 1995 para la revista «Hispanística» de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi (India).
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