Lin Rina

Todo el mundo sabía que me gustaba leer, que en realidad no hacía otra cosa, pero pocos me preguntaban por mis lecturas.

Ella me obligaba a pasar horas interminables y aburridas en celebraciones y bailes en los que solo mantenía conversaciones monótonas. La mayoría con personas que se consideraban cultas porque un día vieron un libro por fuera y que no hacían más que burlarse de las desgracias ajenas. Y pensar que podría estar en mi butaca, leyendo los pensamientos de las mentes más brillantes.

Los seres humanos cometen atrocidades, pero no tiene nada que ver con su orientación religiosa, sino con que son seres humanos.

Eso me daba miedo, pero, al mismo tiempo, me provocaba una sed incontenible de aventuras.

(…) Mi madre se preocupaba innecesariamente por cosas que me parecían completamente secundarias. Creía que casarse y tener un hogar propio debía ser la mayor aspiración de una joven.
No era mi caso. Y si acababa sin marido, ¿qué importaba? Tal vez no sería rica. Puede que no tuviera coche propio ni pudiera permitirme un armario nuevo cada medio año, pero la biblioteca pública era gratuita; seguro que ahí sería más feliz que con un marido aburrido en una casa demasiado ostentosa.

Una mujer que exige a su amado que renuncie a lo que más desea no le quiere de verdad

Libros sobre libros, páginas, palabras, el olor a papel y polvo en el aire. Enseguida supe que aquel lugar me iba a robar el corazón.

“-𝗣𝘂𝗲𝗱𝗲 𝘀𝗲𝗿. 𝗣𝗲𝗿𝗼 𝗰𝗼𝗻 𝘂𝗻𝗮 𝗴𝗮𝗹𝗹𝗶𝗻𝗮 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗺𝗮𝗻𝗼 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗽𝘂𝗲𝗱𝗲 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗮𝗿 𝗲𝗹 𝗺𝘂𝗻𝗱𝗼 -𝗿𝗲𝗽𝘂𝘀𝗲-. 𝗟𝗮𝘀 𝗽𝗮𝗹𝗮𝗯𝗿𝗮𝘀 𝘀𝗼𝗻 𝗺á𝘀 𝗮𝗳𝗶𝗹𝗮𝗱𝗮𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝘂𝗮𝗹𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗱𝗮. 𝗦𝗼𝗯𝗿𝗲 𝘁𝗼𝗱𝗼 𝘀𝗶 𝘀𝗲 𝗲𝘀 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝘂𝗷𝗲𝗿 𝗮 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗻𝗮𝗱𝗶𝗲 𝗷𝗮𝗺á𝘀 𝗱𝗮𝗿í𝗮 𝘂𝗻𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗱𝗮".

Los seres humanos cometen atrocidades, pero no tiene nada que ver con su orientación religiosa, sino con que son seres humanos.

Es por ti. ¡Quiero que vuelvas, no puedo vivir sin ti!