El libro es lento, más que una tortuga. La trama insulsa,sin coherencia,no tiene ni pies ni cabeza. Resulta contradictorio que a pesar del conflicto entre los reinos, los ciudadanos de Mishnock crucen la frontera hacia Lacrontte de forma constante para asistir a fiestas. El desenlace tiene ciertos destellos que recuerdan a Acotar, pero aún está lejos de igualar su grandeza. No he conseguido empatizar con ningún personaje. El principal,Stephan,no tiene sangre en las venas,es demasiado educado y servicial y al final da un giro total que no ha logrado convencerme. Emily saltaba de un peligro a otro como si fuera una ficha del parchís. Su amiga Rose no hacía más que meterla en líos sin importarle las consecuencias. Su hermana pequeña Mia, podría haber sido graciosa, pero era repelente siempre pidiendo obsequios. Mercader también se lleva su medallita de oro en cuanto a crueldad, sospeché de él en el atentado de la perfumería.Los Reyes, sobre todo Silas,eran unos déspotas. Magnus a su lado me pareció inofensivo y si no me equivoco,en un futuro cambiará para bien. El resto de personajes pasan sin pena ni gloria. Algunos inspiran un poco de ternura, pero son secundarios. Senti que había demasiados personajes y los nombres complicaban seguir la historia. Me confundía con palabras como Cristeners, Cromanoff, Pantresh o Wifantere. Además,el tratamiento distante que los personajes tienen entre sí me pareció frío y restó emoción a la historia. Quería encontrar una escena impactante, pero no hubo ninguna, ni siquiera al final con las muertes de varios personajes o las acciones predecibles del príncipe. + Leer más |