Olor a hormiga de Júlia Peró
Solo se me ocurrió pensar que era tan bella que la vejez no sabría por dónde empezar a roer.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Solo se me ocurrió pensar que era tan bella que la vejez no sabría por dónde empezar a roer.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Los hombres no requieren de una habitación propia porque ya tienen su espacio en la sociedad
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Ya nadie intenta mantenerlas entretenidas, nadie juega con ellas, nadie ríe con ellas. O al menos, ya nadie lo hace gratuitamente. Estas viejas son señoras amortizadas. Ya no le importan a la sociedad. El capitalismo las ha aprovechado tanto como podía. Han quedado obsoletas y el sistema espera paciente a que se apaguen del todo. Los bebés son una inversión; las viejas, un excedente
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Olor a hormiga de Júlia Peró
A la persona joven le gusta ver a la vieja como una figura sosegada, entrañable. Le gusta tratarla con un falso respeto:hablarle de usted, servirle la comida antes que al resto, pero mantenerla sentadita, quietecita encima de un pedestal que impide que sea considerada una persona corriente. La aleja de su pasado -la joven ya no se imagina a la vieja en su juventud, tiene la sensación de que siempre ha sido vieja-, y eso a su vez la infantiliza y le roba la autoridad
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Estás viejas señoras amortizadas. Ya no le importan a la sociedad. El capitalismo las ha aprovechado tanto como podía. Han quedado obsoletas y el sistema espera paciente a que se apaguen del todo. Los bebés son una inversión; las viejas, un excedente.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Siempre hemos necesitado agradar, las mujeres. Nos enseñan a hacerlo. Nos enseñan a necesitarlo. Necesitarlo por encima de todas las cosas. De hecho, no solo los hombres son grandes maestros en esta tarea, en la tarea de provocar esa necesidad, sino que las propias mujeres lo son, a ellas también se lo han enseñado otras antes. Y eso es lo peligroso. Porque las mujeres nos enseñan sin percartarse, como si el querer gustar a los hombres se tratara se una herencia genética.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Las palabras son como una extremidad del cuerpo. Pueden agarrarte o darte un golpe o acariciarte.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Nos preocupamos de aprender a lidiar con la juventud,pero nadie nos ha enseñado cómo cuidar la vejez.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Hay quien tiene una suerte de piel que le permite vivir en un estado primaveral por mucho más tiempo. Mi cuerpo, en cambio, empezó a deformarse a los catorce y aún no ha parado. (Persistir en la juventud)
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Como si para estar sana necesitara estar delgada. O como si fuera una obligación moral o social estar delgada. O estar sana. Como si le debiera la forma de mi cuerpo o la de mi salud a alguien.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
A la persona joven le gusta ver a la vieja como una figura sosegada, entrañable. Le gusta tratarla con un falso respeto: hablarle de usted, servirle la comida antes que al resto, pero mantenerla sentadita, quietecita encima de un pedestal que impide que sea considerada una persona corriente. La aleja de su pasado -la joven ya no se imagina a la vieja en su juventud, tiene la sensación de que siempre ha sido vieja-, y eso a su vez la infantiliza y le roba autoridad.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Supongo que es una de las pocas ventajas de ser mujer. Temblar sin vergüenza.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Ser vieja es ser huérfana y nadie piensa en ello. Ser vieja es vivir con la muerte alrededor.
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Olor a hormiga de Júlia Peró
Nos preocupamos de aprender a lidiar con la juventud, pero nadie nos ha enseñado cómo cuidar la vejez.
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¿Con qué seudónimo escribe a veces Stephen King?