Olor a hormiga de Júlia Peró
A la persona joven le gusta ver a la vieja como una figura sosegada, entrañable. Le gusta tratarla con un falso respeto: hablarle de usted, servirle la comida antes que al resto, pero mantenerla sentadita, quietecita encima de un pedestal que impide que sea considerada una persona corriente. La aleja de su pasado -la joven ya no se imagina a la vieja en su juventud, tiene la sensación de que siempre ha sido vieja-, y eso a su vez la infantiliza y le roba autoridad.
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