Olor a hormiga de Júlia Peró
Siempre hemos necesitado agradar, las mujeres. Nos enseñan a hacerlo. Nos enseñan a necesitarlo. Necesitarlo por encima de todas las cosas. De hecho, no solo los hombres son grandes maestros en esta tarea, en la tarea de provocar esa necesidad, sino que las propias mujeres lo son, a ellas también se lo han enseñado otras antes. Y eso es lo peligroso. Porque las mujeres nos enseñan sin percartarse, como si el querer gustar a los hombres se tratara se una herencia genética.
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