La heredera del diablo de Jo Beverley
-¿Esperará el mundo antes de condenarme? -El mundo no lo sabe. ¿Quién se lo dirá? |
La heredera del diablo de Jo Beverley
-¿Esperará el mundo antes de condenarme? -El mundo no lo sabe. ¿Quién se lo dirá? |
La heredera del diablo de Jo Beverley
Pero hacer el amor es peligroso, Azor. Quedas avisada. en su mejor o en su peor aspecto nos lleva a lugares que salen de lo corriente. más que una cuerda e incluso más que la batalla. Los franceses lo llaman la pequeña muerte. Creen que por un momento se para el corazón y cesan todas las sensaciones corporales, por lo que la vuelta a la vida es a la vez un exquisito placer y un exquisito dolor.
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La heredera del diablo de Jo Beverley
-¿Cielo, purgatorio o infierno? -No soy creyente, ¿no lo recuerdas? Nada de matrimonios para mí. -Qué tontería. No me cabe duda de que lord Deveril era tan malo como dices, pero cuando conozcas el cielo cambiarás de opinión. -No me fío del cielo -dijo Clarissa. En cierto modo en su mente el comandante Hawkinville se fusionaba con el guapo Lord Arden hirviendo de furia-. Cualquier hombre, sí está muy furioso, puede convertirse en un infierno. |
La heredera del diablo de Jo Beverley
La visión de las carcasas rojas captó si atención un momento. Tantos hombres valientes, y tantos otros, como el Gareth de Althea, muertos en la guerra contra el Monstruo Corso. Más de diez mil muertos solo en Waterloo. ¿Cómo podéis alguien imaginarse a diez mil muertos, todos en el mismo lugar? |
La heredera del diablo de Jo Beverley
-Qué suerte habéis tenido los tres de haberos criado aquí. No sé cómo pudiste soportar marcharos. Porque basta una cucharada de hiel para marcar una bañera de ponche dulce con leche cuajada, pensó él, pero no torció la sonrisa. |
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