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Envenenada de Jennifer Donnelly
El amor es suave. Huele a humo de leña y suena a lluvia. Sabe a manzanas con azúcar. Darlo no cuesta nada, pero es más preciado que un mar de diamantes.
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Envenenada de Jennifer Donnelly
El amor es suave. Huele a humo de leña y suena a lluvia. Sabe a manzanas con azúcar. Darlo no cuesta nada, pero es más preciado que un mar de diamantes.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Los monstruos viven en la oscuridad. Las rosas mueren en la nieve. Las niñas se pierden en los caminos del bosque
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
No tengo miedo de un ejército de leones dirigidos por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido por un león.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
A menudo son las cosas pequeñas las que más duelen: una mirada fría, una palabra cortante, unas risas que se interrumpen cuando entras en la habitación…
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Envenenada de Jennifer Donnelly
"si no seguimos a nuestro corazón donde nos lleve, morimos antes de que deje de latir"
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Envenenada de Jennifer Donnelly
No son los objetos venenosos los que nos matan. Los envenenadores no son los asesinos. Somos nosotros. Nosotros mismos. Escuchamos a las serpientes. Dejamos que los escorpiones se nos acerquen. Creemos en los susurros, en las palabras que nos dicen lo que no somos y lo que nunca seremos. Aceptamos la reluciente manzana roja que ofrece la reina malvada y la mordemos con ahínco. Podemos extraer el veneno de la carne, pero las palabras venenosas se graban en lo más profundo de nuestros corazones y no hay antídoto que las alcance.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Los fantasmas no son los muertos que regresan de la tumba para atormentar a los vivos; los fantasmas ya están aquí. Viven dentro de nosotros, se lamentan entre las cenizas de nuestras penas, se quedan atrapados en el espeso lodo de nuestros remordimientos.
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Jennifer Donnelly
Adelante, radiante muchacha —susurró—. Cabalga con ganas. Cabalga deprisa. Aprópiate de tu camino. Date prisa.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Creo que todos cometemos errores. Lo que importa es impedir que nuestros errores nos definan.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
-Eso es lo que hacemos con nuestro dolor: lo convertimos en algo bello.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Sabed que es peligroso desviarse del camino. Pero más peligroso es no hacerlo. |
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
-El cambio es un beso en la oscuridad. Una rosa en la nieve. Un camino del bosque en una noche ventosa.
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Jennifer Donnelly
El mundo conspira de mil maneras para decirnos que nos falta algo, que somos menos de lo que deberíamos ser, que la vida es una gran fiesta en la playa a la que no estamos invitados. ¿Bosques oscuros? ¿Qué bosques oscuros? ¿Lobos? ¿Qué lobos? No os preocupéis por ellos. Solo tenéis que comprar esto, comer esto y vestir esto para que os inviten a la fiesta. Seréis guays. Sexis. Admirados. Amados. Felices. Los cuentos de hadas nos dicen las cosas tal y como son. Nos explican algo profundo y esencial: que los bosques son reales y oscuros, y están llenos de lobos. Que, a veces, nos perderemos en ellos sin remedio. Sin embargo, esos cuentos también nos aseguran que somos como debemos ser, que tenemos todo lo que necesitamos para encontrar el camino de vuelta a casa: agallas, inteligencia y, quizás, un bolsillo lleno de migas de pan. |
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Existe la magia en este mundo tan triste y difícil. Una magia más fuerte que el destino, más fuerte que la casualidad. Y aparece en los lugares más insospechados. […] Es la magia de una criatura frágil y falible, una capaz de las crueldades más inenarrables y de la amabilidad más inmensa. Vive dentro de todos los seres humanos, dispuesta a redimirnos. A transformarnos. A salvarnos. Si encontramos el valor para escucharla. Es la magia del corazón humano.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Los fantasmas no son los muertos que regresan de la tumba para atormentar a los vivos; los fantasmas ya están aquí. Viven dentro de nosotros, se lamentan entre las cenizas de nuestras penas, se quedan atrapados en el espeso lodo de nuestros remordimientos.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Ni por un segundo se paró a pensar en lo que quería su corazón, puesto que los deseos de una muchacha no tenían importancia.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Entonces, Isabelle oyó otra voz: la del viejo comerciante que le había hecho lo mismo a ella. La había llamado fea. La había definido antes de que ella tuviera la oportunidad de definirse sola. En cuestión de un segundo, aquel hombre había decidido todo lo que era y todo lo que sería.
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
—Quería libros. Quería matemáticas y ciencias. Quería una educación —siguió Tavi, con los ojos brillantes—. Pero me dieron corsés, vestidos y zapatos de tacón alto. Al principio me entristecía, Hugo. Y después me enfurecía. Así que no, no puedo ser más simpática. Lo he intentado. Una y otra vez. No funciona. Si a mí no me gusta cómo soy, ¿por qué iba a gustarte a ti?
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
—No se casará nunca —dijo—. Ningún hombre quiere a una mujer que no hace lo que se le ordena. —Tavi no quiere a un hombre —respondió Isabelle, enfurecida—. Quiere matemáticas —dijo en defensa de su hermana. |
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Hermanastra de Jennifer Donnelly
Isabelle tenía una voluntad de hierro. Ella desconocía que aquel don fuera algo bueno en una mujer, puesto que todo el mundo le había asegurado siempre que no, que era algo espantoso. Todo el mundo decía que las mujeres decididas acababan mal. Que una mujer debía plegarse a los deseos de los que sabían lo que era mejor para ella. Isabelle era joven, solo tenía dieciséis años; todavía no había aprendido que todo el mundo es idiota. |
¿Cómo se llama el barco ballenero en el que se narra la travesía?