La ciudad de los inmortales de Jaime Escribano
Quien ignora lo que es bueno para uno mismo y le corresponde por justicia, poco debe saber acerca del bien de los otros. Quien no examina su propia vida convenientemente, no debe aspirar a proteger la vida ciudadana. Lo primero nos lleva a una existencia sin virtud, lo segundo provoca el desastre de la ciudad.
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