Herodías de Gustave Flaubert
A la esperanza seguía el abatimiento. Sus actitudes expresaban languidez y corría por toda su persona tan deliciosa voluptuosidad que no se sabía si lloraba q un dios o si moría al influjo de sus caricias. Con los párpados entornados retorcía la cintura, agitaba el vientre con ondulaciones de ola, hacía temblar sus dos senos, y el rostro permanecía inmóvil y los pies seguían agitándose como llamas.
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