Cuando fuimos inmortales de Gabriela Llanos
Hasta los Acosta, tan guapos, tan bronceados, tan nice, suspenderían en la comparación con lupa entre quienes eran y quienes deberían haber sido. Los miembros del foro hacían lo correcto; su anonimato respondía a la resignación propia del superviviente; el escudo invisible de un damnificado ante la enorme catástrofe que suponía envejecer.
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