Un hombre llamado Ove de Fredrik Backman
Había descubierto que le gustaban las casas. Seguramente porque eran inteligibles. Se podían planificar y dibujar en un papel. Si no las sellabas bien tenían fugas, y si no las cimentabas bien se derrumbaban. Las casas eran justas, le daban a uno lo que se merecía. Lo que, por desgracia, era más de lo que se podía decir de las personas.
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