Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
Este libro pone el culto a la personalidad en el lugar que le corresponde, en el mismísimo corazón de la tiranía.
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Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
Este libro pone el culto a la personalidad en el lugar que le corresponde, en el mismísimo corazón de la tiranía.
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Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
El poder que se alcanzaba mediante la violencia se sostenía también mediante la violencia. No obstante, esta puede ser un instrumento muy burdo. El dictador necesita fuerzas militares, policía secreta, guardia pretoriana, espías, informadores, interrogadores, torturadores. Aunque lo mejor es aparentar que la coerción es en realidad consentimiento. El dictador tiene que infundir miedo en su pueblo, pero si consigue que ese mismo pueblo lo aclame, lo más probable es que sobreviva durante más tiempo. En pocas palabras, la paradoja del dictador moderno es que tiene que crear una ilusión de apoyo popular.
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Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
Perder a un dictador puede resultar tan traumático como vivir bajo su autoridad.
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Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
El culto a la personalidad rebajaba a la vez a aliados y rivales, y los obligaba a colaborar en común sumisión. Por encima de todo, el dictador los obligaba a aclamarlo en presencia de los demás, y así todos ellos se veían forzados a mentir. Si todo el mundo mentía, nadie sabía quién estaba mintiendo y se volvía más difícil hallar cómplices y organizar un golpe.
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Dictadores: El culto a la personalidad en el siglo XX de Frank Dikötter
La lealtad a una persona era lo más importante en una dictadura, mucho más que la lealtad a un credo. Al fin y al cabo, la ideología puede crear divisiones. Unos mismos escritos pueden interpretarse de maneras diversas y en algunos casos provocan la aparición de facciones.
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