¿Cuántas obras de arte falsificadas poblarán las colecciones privadas o los museos públicos del mundo? Esta es la premisa sobre la que gira “El aguador de Sevilla”, novela histórica escrita por el periodista sevillano Francisco Robles. Para ello, el autor usa como personaje de la obra a uno de los grandes maestros de la pintura universal, Diego Velázquez, pintor de pintores, y a una de sus obras más emblemáticas, “El aguador de Sevilla”, el cuadro que sirvió al artista para abrirse paso en la corte y convertirse en el pintos de cámara de Felipe IV, una de sus obras tempranas, pintada en los últimos años de su formación en Sevilla. Como el óleo se conserva en el Wellington Museum de Londres, gran parte de la trama de la novela se desarrolla en esa ciudad, de la que llegaremos a conocer sus principales pubs y no sé cuantas clases diferentes de cervezas. Por si no se sabe, hay que señalar que “El aguador de Sevilla” formaba parte del botín de guerra que el bueno de José Bonaparte en 1813 pretendía llevarse a Francia pero finalmente fue recuperado por el Duque de Wellington. Posteriormente Fernando VII, en un gesto que demostraba su incultura y su desprecio por el país, regaló la obra al Duque en reconocimiento a su ayuda en la Guerra de la Independencia. En la trama de la novela Francisco Roble va a producir constantes saltos en el tiempo, intercalando la época actual, siglo XXI, con la época de Velázquez, siglo XVII, mezclando la falsificación de una de sus pinturas con la falsificación de la propia vida del pintor para poder conseguir, así, ser nombrado caballero de la Orden de Santiago. Novela interesante fácil de leer en la que la recreación de la vida y obra de Velázquez es lo más interesante. + Leer más |