Insolación de Emilia Pardo Bazán
¡Ay! Porque eso sí: tengo que rendirle justicia al grandísimo truhán, y una vez que me encuentro a solas con mi conciencia, reconocer que, animado, oportuno, bromista y (admitamos la terrible palabra) en juerga redonda conmigo, como se encontraba al fin y al cabo Pacheco, ni un dicho libre, ni una acción descompuesta o siquiera familiar llegó a permitirse.
|