En la boca del lobo de Elvira Lindo
Mi madre. Unas veces sufria por mí, y otras tenía el corazón de piedra. Unas, temía perderme; otras, era su estorbo. Esos dos sentimientos contradictorios que albergaba hacia mí, de los que siempre fui consciente a la manera en que los niños perciben cómo se enturbia el cariño, me provocaban inquietud y culpa.
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