Muerte en el Britannic de Elizabeth Gill
La simpatía, el odio, el frío, la felicidad, el hambre... dividen mejor el tiempo, a mi juicio, que un reloj o un calendario.
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Muerte en el Britannic de Elizabeth Gill
La simpatía, el odio, el frío, la felicidad, el hambre... dividen mejor el tiempo, a mi juicio, que un reloj o un calendario.
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El asesinato del hombre perfecto de Elizabeth Gill
Anocheció antes de que pudieran llegar a Lyon, así que se pararon para cenar [...]. Durante la cena, la camarera no paró de relatarles horrores sobre el Tigre y terminó advirtiéndoles de que no se pararan en la carretera por nada del mundo.
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El asesinato del hombre perfecto de Elizabeth Gill
El sol brillaba con fuerza en Borgoña a pesar de las pequeñas nubes blancas que proyectaban su sombra sobre colinas y valles. Benvenutto, al volante de su Bugatti, cantaba canciones provenzales. Atravesaron numerosos pueblecitos, a cual más pintoresco, cada uno con su inevitable château, algunos bien conocidos por los amantes del vino. Una emocionada Julia miraba con curiosidad esas hermosas casonas de torres puntiagudas rodeadas de viñas. Solo el hecho de haber cruzado el canal parecía haberle insuflado vida y energía. Hasta Agatha, casi enterrada al fondo del coche bajo innumerables capas de chales y bufandas, parecía de mejor humor e intentaba unirse al coro de Benvenutto. —¡Muy bonita! —exclamó al final de la canción Les fraises et les framboises.
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El retrato de Dorian Gray