Los recuerdos del porvenir de Elena Garro
Las noches en que Julia no salía de su hotel, la plaza languidecía. Los hombres esperaban hasta muy tarde, y al final, convencidos de que esa noche no la verían, volvían a su casa defraudados. Esa fue una de las últimas noches que la vimos. Estaba triste. Había adelgazado un poco: la nariz se le veía ahora más pálida y afilada.
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