Ojos de agua de Domingo Villar
(…) No sé qué coño me verán los perros que siempre vienen a tocarme las pelotas —añadió—. Puedo estar en medio de una manifestación, que como haya un chucho suelto seguro que se acerca a mí. —Pues no será por cómo los tratas —musitó Leo Caldas. Cuando se puso en pie, el perrillo volvió a cargar contra los zapatos del agente. —¿Ve a qué me refiero, inspector, cómo no le voy a dar patadas? |