Elogio del olvido de David Rieff
Los que insisten en la centralidad del perdón tienen razón hasta cierto punto. Pero el perdón no es suficiente porque no puede sustraerse de su propia contingencia. «Yo no hablo de venganzas ni perdones —escribió Borges—, el olvido es la única venganza y el único perdón». Quizá exageró. Aun así, sin la opción al menos del olvido, seríamos monstruos heridos, que no dan ni reciben perdón… y, suponiendo que hayamos prestado atención, seríamos inconsolables. Pág. 175 |