Cuento de Navidad de Charles Dickens
Si me pudiera salir con la mía–dijo Scrooge indignado–, a cada idiota que va por ahí diciendo «feliz Navidad» lo herviría en su propio budin navideño, y lo enterraría con una estaca de acebo clavada en el corazón. ¡Ya lo creo que sí!
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