David Copperfield de Charles Dickens
¡Ah, cómo la amaba! ¡Qué feliz sería (pensaba yo) si estuviéramos casados y pudiéramos vivir juntos en algún lugar! Entre los árboles, en medio del campo, sin envejecer jamás, sin aprender nada nuevo, siempre niños, caminando de la mano bajo el sol, a través de prados floridos, apoyando nuestras cabezas en el musgo, al caer la noche, y entregándonos a un sueño muy dulce, repleto de paz y de pureza, hasta el momento en que los pájaros nos enterraran, después de nuestra muerte.
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