La pequeña Dorrit de Charles Dickens
—No. No. No. —Volvió a mover la cabeza al repetir lentamente cada negación, con un gesto de muda tristeza del que él se acordaría mucho después. Llegaría el momento en que recordara el gesto, al cabo de mucho tiempo, en esa misma cárcel, en esa misma habitación.
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