Sirena de Carolyn Turgeon
Alzó la vista y allí estaba él, el mismo hombre al que había visto ahogándose en el agua, tan indefenso y asustado mientras sus hombres morían en torno a él. Pero ahora tenía un aspecto fuerte y feroz. Era alto, con un cuerpo lleno y musculoso, la piel y el pelo dorados por el sol. En aquellos momentos no había ni una pizca de miedo en él, ni una pizca de muerte. Parecía el hijo de un rey.
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