UN VILLANO QUE NADIE PUEDE VENCER
Nadie es un personaje creado por Carlos Trillo y Alberto Breccia, para editorial Récord la cual publicó sus episodios en la ya mítica Tit-Bits Gran color desde el numero 26 (fecha de publicación agosto de 1977) hasta el numero 39 ( fecha de publicación octubre de 1978).
La intención de crear esta historia fue la sencilla razón de tener un producto comercial, pues a fines de los años setenta Breccia se encontraba en una etapa de ruptura con respecto a la historieta tradicional. El hecho es que Breccia estaba ya hacia unos años en una etapa artística muy distinta a lo que por aquel entonces los editores consideraban comerciable, por ende, a pesar de tener un amplio currículo y prestigio, al viejo Breccia, le costaba mucho ubicar sus historietas. Es así que junto a Trillo generan esta historieta sobre espías, que sin ningún pudor bebe de las aguas de los clásicos del genero (007, Agentes de Cipol, etc.), incluso eligen un villano clásico como es el genial Fu Manchú.
Ahora si hablamos de estos dos autores, por mucho que la intención haya sido generar una historia digerible por editores en especial y lectores en particular, sabemos que los caminos que vamos a recorrer no son los transitados hasta el hartazgo. Es así que podemos observar a un Trillo con guiones inteligentes que escapan a las soluciones fáciles, con diálogos que definen a los personajes de manera tridimensional donde uno puede sentir y palpar cada una de sus emociones. La historia parece tener en sus primeros capítulos una diagramación simple, episódica, con historias auto conclusivas sin ningún otro punto de conexión que el protagonista, quien de una u otra manera resuelve el entuerto. Al transcurrir los capítulos vemos que, existe un hilo conductor entre cada uno de los casos y que hay un villano detrás de bambalinas digitando cada hecho violento. Es que Trillo se toma su tiempo para mostrarnos los verdaderos motores de la historia, demostrando que para contar una buena historia de acción y espías no es necesario caer en tópicos, tales como: héroe descubre al villano, pelean, villano huye en el último momento, villano vuelve a las andanzas, hasta que el héroe lo vuelve a descubrir, etc. No es que lo antes mencionado no suceda o, mejor dicho, haya sucedido, simplemente nuestros antagonistas ya superaron esa etapa y este reencuentro es el definitivo.
Por otro lado, se encuentra el apartado gráfico, donde Alberto abandona la experimentación en favor de un estilo más clásico o mejor dicho menos exigente para el lector ocasional. Por estilo clásico en Breccia no debemos creer que vuelve a dibujar como lo hiciera al principio de su carrera en Vito Nervio, no, mas bien es el estilo que comenzaría a utilizar en sus tiempos en la editorial Frontera. Aun así, Breccia se permite jugar con los personajes, los cuales gozan de una caracterización única: un claro ejemplo es pues el compañero de Nadie, llamado Payaso, en todo momento su rostro luce como el de un payaso, pero sin maquillaje. Nadie siendo el protagonista hace honor a su nombre sin ofrecer características particulares, ni siquiera sabemos el color de su cabello o si alguna vez lo tuvo siquiera, pero la definición gráfica de Nadie tiene una sorpresa para los cinéfilos, pues su rostro es la del actor Yul Brynner (Los siete magníficos, 1960; Taras Bulba, 1962). Por último, tenemos que destacar al villano Fu Manchú, al cual se le da un rostro que ni su propia madre podría amar, pues para este legendario villano el mantenerse vivo no ha sido fácil, con un rostro deforme que parece estar medio descompuesto, los autores se hacen cargo de todas las historias anteriores del personaje, en especial las contadas por su creador Sax Rohmer. La apariencia del sádico villano es su hoja de vida.
Un hecho destacable es que los autores se permitieran jugar con los guiones y la entrega episódica de la historia, es de esta manera que Fu Manchú es y no es presentado al lector en primera instancia, pues antes de conozcamos quién esta digitando los diversos delitos que ponen en apuros al servicio de Inteligencia Británico, a modo de portadilla en varios capítulos vemos un acto de marionetas donde podemos presenciar las maquinaciones y frustraciones del villano, antes que sepamos quien es. Este juego se pierde un poco a la hora de leer la obra en formato libro (Doedytores, Lo mejor de Tit-Bits Nadie, el misterio de Fu Manchú, 2020) y solo pudo ser apreciada por aquellos que compraron las revistas de manera mensual en su momento. Por otro lado, quienes compraron Tit-Bits en los años setenta se quedaron con un final abierto o mejor dicho sin final, pues los autores abandonaron la historia en favor de otros proyectos. Pero con la publicación del libro se le da un final, hecho por el propio Trillo (antes de fallecer) quien pensó en una interesante alternativa para finalizar la historia, sin recurrir a un nuevo dibujante. Y es así cómo si Fu Manchú hubiera metido sus largas garras que esta historia tiene dos finales: Uno anclado en la inmortalidad y el eterno continuará que gozan prácticamente todas las historias contadas por este medio; y otro más oportuno y definitivo.
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