Northumbria, el último reino de
Bernard Cornwell
[...] y eso era, y sigue siendo, Bebbanburg para mí: mi hogar. Ragnar me habría entregado la fortaleza de poder ser ser tomada, pero entonces pertenecería a los daneses y yo no sería más que su subordinado. [...] y los que los daneses dan, los daneses lo pueden quitar. Yo mantendría Bebbanburg con mi propio esfuerzo.
¿Sabía yo todo aquello a los once años? Algo sí, creo. Residía en mi corazón, informe, inarticulado, pero duro como una piedra. Con el tiempo acabaría cubierto, medio olvidado y a menudo cargado de contradicciones, pero siempre estuvo allí. El destino lo es todo, le gustaba decirme a Ravn, el destino lo es todo. Incluso me lo decía en sajón, wyrd bið ful aræd.